miércoles, 1 de agosto de 2007

Venganza sub conciente

Me las vas a pagar, me las vas a pagar.
Eso me dijo Orlando en tribunales cuando el juez dictó sentencia a mi favor declarándome inocente de la autoría del asesinato de su hijo Arturo de 23 años, quien hasta poco antes de morir trabajaba como barman en mi discoteca.
Todo empezó un sábado normal, el fiscal el juicio afirma que yo salía de mi casa para abrir la discoteca como todas las noches; al llegar ya eran las 9 (hora exacta en la que debíamos abrir) entrando a mi negocio –según el fiscal- me di con la sorpresa de encontrar a Arturo dentro del lugar, quien se encontraba bastante bebido con varios sujetos a quienes yo no conocía.
Según vecinos de la zona quienes dicen haber presenciado el hecho y atestiguaron en el juicio, la escena era aterradora. Arturo a parte de bebido estaba armado y cuatro amigos suyos lo acompañaban para un presunto asalto al local.
-Dame toda la plata antes de que…- dijo Arturo.
Entonces yo saqué mi arma y abrí fuego contra él, quien murió instantáneamente.
Un año después, habiéndose corrido todos los tramites por la muerte de Arturo, luego de que yo le tuve que pagar una indemnización a Orlando muy aparte de que el juez dictó que el disparo fue en defensa propia, con el agravante de que Arturo se encontraba en local ajeno sin permiso de los propietarios, fue Orlando quien me abordó de camino a la discoteca.
-¿Qué tal Julián, cómo estás?-
-Orlando. ¿Qué dices? –
-Ahí oye, todo bien-
-Sí. Todo tranquilo-
-Que lástima que yo no pueda decir lo mismo-
En ése momento Orlando saco una pistola que no solamente me intimidó, sino también me hizo recordar una frase: me las vas a pagar, aquella que me dijo al final del juicio.
-Orlando, creí que todo había terminado-
- ¿Estás loco? El dolor por la pérdida de un hijo no termina nunca, como ya te dije hace tiempo; me las vas a pagar-
-Pero ya el pago está hecho, a pesar de que me declararon inocente, te he dado una indemnización-
-El mismo Julián de siempre. Tú solo piensas en plata; yo hablo del pago divino el que mereces.
En sus ojos inmensos se veía un odio igual de grande; Orlando me apuntaba fijamente con su arma y no iba a contentarse hasta verme bajo tierra.
-¿Tienes una última voluntad? Ya que no pude cumplir la de mi hijo voy a cumplir la tuya-
-¿Cuál última voluntad? ¡Cálmate Orlando! Yo entiendo que estés así. Pero ponte en mi lugar; era tu hijo borracho o yo-
-No lo llames así-
En ése momento Orlando disparó, aunque suene a cliché vi toda mi vida pasar por mis ojos, era una película lenta ya conocida por mí. Sentía miedo, pavor; aún no quería morir pues solo tenia 36 años, la bala tenía un transcurso rápido hacia mi cuerpo pero yo sentía ése transcurso lento, muy lento.
En el preciso momento en el que la bala llegaba a mi cuerpo; desperté del coma que me tenía postrado en una cama del hospital central hace un año o quizás más tiempo.
Todo había sido un sueño.

domingo, 15 de julio de 2007

El Secreto de Gina



Era la época escolar, en la que pasamos el tiempo entre lecciones de matemáticas e ilusiones amorosas. Estas me tenían bastante ocupado, hace tres años tenía un bien constituida relación con Rebeca. Aunque estábamos todavía en el colegio y ni siquiera habíamos cumplido la mayoría de edad, ya hacíamos planes para el futuro. Nuestros promedios escolares nos permitirían ingresar a la facultad de derecho de la universidad, y una vez fuera de ella, podríamos asociarnos en nuestro propio estudio de tributarìstas.
Recién estábamos en marzo, comenzaba el año escolar; Me encontraba en casa ésa noche, después de un día normal en el colegio cuando escuche a mi madre:
-¡Reinaldo teléfono!-
En el fono una voz femenina, de hecho me sorprendía oír ésa voz, en el colegio no éramos amigos, pero ahora, ella estaba allí.
-Buenas noches Reinaldo-
-Gina. No esperaba escucharte-
-¿A quien esperabas, a Rebequita?-
-Probablemente-
-Es que a mí me encanta sorprender. Oye Reinaldo, el motivo de mi llamada es para invitarte éste viernes a mi casa para la fiesta de bienvenida de año-
-¿Bienvenida de año?
-Te explico: en el colegio en el que estaba antes de llegar al nuestro, yo solía hacer éste tipo de fiestas, y como hace poco me acabo de mudar a ésta ciudad; dije ¿porqué no hacer la fiesta aquí?-
-Interesante Gina, te agradezco la invitación; pero no creo que a Rebeca le guste la idea-
-Jajaja. ¿O sea que eres un pisado? No te preocupes, Rebequita ya sabe de la fiesta, ella también va ir, de hecho toda la clase va ir ¡vamos a divertirnos!-
-Bueno, si es así, cuenta conmigo; quiero decir, con nosotros-
-Vale. Los veo el viernes; saludos a Rebequita-
Al día siguiente en el colegio, me encontré con Rebeca; quien todos los días me saludaba con un calido hola mi amor; pero en ésa ocasión el saludo fue por demás diferente:
-¿Te llamó la calabaza?-
-¿Así, sin siquiera un saludo?-
-Limítate a responder: ¿te llamó la calabaza?-
-Si te refieres a Gina, si .Me llamó anoche a eso de las 9-
-Entonces es cierto lo de la fiestecita. Bienvenida de año, ja; yo sé lo que te digo: algo está tramando ésa tipa, algo quiere, ésa no es una fiesta común. Por mi parte no voy a ir y como tu enamorada, creo sentirme en todo el derecho de prohibirte que vayas-
-Oye ¿qué te pasa, de cuándo acá me prohíbes cosas? Aparte, déjame recordarte que es una fiesta a la que estamos invitados tú y yo. Hace mucho que no salimos, ya estamos medio oxidados por estar metidos en nuestras casas -
-Mira mi amor: a mí la tal Gina desde que llegó acá me ha causado una muy mala espina y simplemente no quiero ir a su fiestita; y si tú vas, atente a las consecuencias-
Las amenazas de Rebeca no eran en vano; ella no era alguien que solía amenazarme con frecuencia, pero cuando lo hacía; yo debía tomar sus advertencias en serio; con todo y sus 17 años era de armas tomar, capaz de enredarse con cualquiera solo por darme celos; pero yo ya conocía su estrategia y no pensaba dejarme ganar.
-Te entiendo Rebeca, ya conozco ésos retos; y no has podido conmigo; si algún defecto tienes es el ser posesiva. Mira: dentro de poco arrancan los primeros exámenes bimestrales; y antes de empezar ése trance, seria bueno ir a la fiesta de Gina, ¡vamos amor!-
-Yo ya hice planes para el viernes, si tú quieres, haz los tuyos, eso sí, ten presente esta conversación-
No volví a hablar con Rebeca durante el resto del tiempo; solo nos mandábamos miradas en clase; ésa también era una costumbre nuestra, pero ahora los ojos de mi enamorada que antes eran dulces y bellos, ahora eran secos y desabridos.
Ya era viernes por la noche; aún era temprano, yo me encontraba leyendo un tratado de derecho tributario y barajando la posibilidad si asistir o no a casa de Gina, el invierno que vivíamos era por demás frío y la lectura se tornaba cada vez más interesante. En ése instante lo decidí: no asistiría a la fiesta. Iba a beber una taza de chocolate caliente, me acostaría y continuaría leyendo en la cama, iba a ser un viernes bastante diferente a los demás. En ése momento oí la voz de mi madre.
-Reinaldo teléfono-
-¿Alo?-
-Buenas noches Reinaldo-
-Gina…que tal-
-¿Qué tal tú, qué haces en tu casa a ésta hora? Te estamos esperando-
-Mira Gina: ocurre que está haciendo mucho frío y la verdad es que no tengo ganas de salir, aparte; desde la otra vez que hablamos he tenido problemas con Rebeca-
-¿frío, qué te pasa? Si el ambiente acá, está recontra caliente. Jajaja. O sea que has tenido problemas con Rebequita…yaya. Pero ven nomás; yo he hablado con ella hace no mucho y me dijo que iba a venir-
-¿En serio? Entonces nos vemos en un rato.
Con la certeza de que Rebeca iba a estar en la fiesta, cambie de planes. Me abrigué lo mejor que pude y salí a la fiesta, una vez allí, fue la propia Gina quien me recibió:
-¿Cómo está el hombre más esperado de la noche?-
-Bien, bien, gracias ¿qué es de Rebeca?
-No sé. Yo encargué que la llamen para que viniera, no debe tardar; pero pasa-
Una vez dentro de la casa; es cierto que el ambiente estaba muy caliente; todo el quinto “a” estaba ahí. Había pasado una hora y Rebeca no llegaba; pero yo no me daba cuenta de esto. Desde que llegué a la fiesta, me la pasé bailando con Gina, ésa fue la primera convergencia que encontré con ella. Al igual que yo le encantaba la salsa, -la misma que Rebeca aborrecía, ella mas bien era conversadora, analítica, observadora.- y qué mejor que darle la bienvenida al año escolar bailando La Charanga, Oscar D` León, Joe Arroyo, etc.
Pasaba la media noche, Rebeca no había llegado; y luego de mover un buen rato el esqueleto: Gina me propuso salir al patio trasero de su casa, ahí sostuvimos una irreverente conversación. Ella se burlaba de todo, del clima, de los amigos, de los profesores del colegio; no lo hacía con mala intención, simplemente quería hacerme reír ella decía que yo me reía poco. En ése momento sonó una balada, hubo un silencio en el patio donde nos encontrábamos; lentamente nuestros ojos se encontraron, después nos besábamos teniendo a la luna llena cono testigo.
El lunes en el colegio me encontré con Rebeca:

-¿saben bien los labios de la calabaza?-
-¿Qué dices?-
-No te hagas; si clarito vi que la estabas besando en su patio-
-Mira, no voy a negar que estuve bailando buen rato ya que tú nunca apareciste pero no la besé-
-Reinaldo, no seas conchudo, al llegar a la fiesta, los vi besandose en su patio trasero, ¿querías que continuara en la fiesta? Si estabas muy entretenido con tu amiguita-
-Rebeca escúchame-
-No quiero escuchar nada; no Quero saber nada; no me busques más-
A la salida del colegio, Gina; apareció en mi casa, me encontraba dolido pues en realidad quería a Rebeca pero como dicen que un clavo saca otro clavo, acudí a su consuelo, así ella volvió a atacar:
-¿peleaste con Rebequita?-
-Si, desde que hablé contigo, estamos en la cuerda floja; como que ya no es lo mismo-
-¿A qué te refieres con lo mismo?-
-Mira: con Rebeca tengo ya tres años: es seria, centrada, sabe lo que quiere
En ése momento, ella de un empujón me tumbó en el sofá de la sala donde nos encontrábamos y me empezó a besar; no de manera romántica como ocurrió en su casa, ahora mas bien era apasionante, salvaje.
-deja a Rebeca -seguía besándome-¿ésa mosquita muerta te puede dar lo que yo te estoy dando ahora?
Sentimos un fuerte ruido en ése momento, es mi madre, le dije. Ella se zafò rápidamente del sofá pero era el perro quien nos perturbó; Gina se fue de mi casa con una sola frase. -Piensa en mi propuesta-.
Los siguientes días son fáciles de resumir, Rebeca me hacia la ley del hielo, y Gina me decía Mi rey. No perdíamos oportunidad para besarnos ni divertirnos.
Tres meces después, Rebeca tenia un nuevo enamorado. Percy era un chiquito de cuarto de media que yo no conocía, pero siempre estuvo tras Rebeca, desde la época en que yo era su enamorado, había esperado la oportunidad para atacar, y ahora le había llegado.
Una noche, sonó el teléfono de mi casa:
-¿Alo?-
-¡Gina! ¿Cómo estás? Gracias por llamar estoy un poco triste; necesitaba escucharte y ademàs…-
-Reinaldo hasta aquí llegamos, la relación ha llegado a su fin-
-¿Me estás terminando?-
-Si quieres llamarlo así. Ya conozco el sabor de tus labios, ahora quiero probar los de súper Percy-
-¿El enamorado de Rebeca?-
-No. El ex enamorado de Rebequita; bueno mi rey discúlpame pero tengo una cita con Súper Percy. No me llames, yo te llamaré-
Al colgar el teléfono, tenía miles de sensaciones encontradas; detestaba a Gina y me daba cuenta de lo mucho que Rebeca valía para mí; tendría que bregar mucho para re conquistarla.
Esa noche, me senté a ver televisión para intentar relajarme, entre las opciones estaba el programa de un hipnotista en el que me quedé más por curiosidad que por interés. La primera elegida para contar su verdad –según el hipnotista- fue Gina que se encontraba entre el público, ahora si veía la tv por interés.
El hombre durmió a Gina muy despacio, por pedido expreso de ella
-¿Cómo te llanas?- le preguntó
-Gina-
-¿Qué edad tienes?
-17-
-¿Estás enamorada?
-Re…Rebequita-
-¿Quién es Rebequita?
-La quiero mucho…la…la amo mucho, Desde que la conocí, le he bajado ya a dos de sus enamorados; solo para que se de cuenta que existo-
-Espera, espera. ¿Estás diciendo que eres lesbiana?-
-Sí-.
-Despierta- chasqueó el hipnotista. – ¿Cómo estás?- le preguntó.
-Bien, tranquila- contestó Gina ya en sus cabales.
-¿Quieres saber lo que nos has contado mientras dormías?
-¿Qué te conté?- Preguntó Gina mientras su rostro se veía cada vez más preocupado y el mío frente a la tele cada vez más desconcertado
-En pocas palabras, que eres lesbiana-
Gina entró en crisis nerviosa -No, no es cierto, eres un farsante, eres un maldito, nada de esto es cierto, voy a denunciarte por difamación –gritó- que todo el país se entere que éste tipo nos miente, -finalmente rompió a llorar y abandono el estudio.
-Vamos a unos comerciales- dijo el Hipnotista-
Gina nunca más volvió a aparecer en el colegio
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jueves, 28 de junio de 2007

Infante a los 40





















Grimaldo tenia 39 años, era un prospero funcionario del banco Suizo Peruano; su posición era deseada por muchos, pero codiciada por nadie, pues Grimaldo se había graduado con honores de la carrera de economía, y había llegado por sus propios méritos a jefe del área de créditos de dicha institución.
A pesar de tener su oficina en el piso 12 de la agencia principal del banco; él era muy amigo de todos los empleados, desde el portero hasta el gerente general, Un suizo seco que confiaba mucho en él, todos conocían el carisma de Grimaldo.
Faltaba solo 3 días para su cumpleaños y a la salida de ésa jornada, fue Martín, su mejor amigo y encargado de Banca Personal, quien reunió a todos los trabajadores del banco e hizo la pregunta de ley:
-Ya muchachos, ¿qué vamos a hacer pa`l cumpleaños del Grimaldo?-
-¿Qué sugieres?- Preguntó Mariana desde una Venanilla
-Miren, yo creó que deberíamos hacer un tonazo sorpresa, yo ofrezco mi depa si quieren; ahora: si alguien tiene una casa más grande, se aceptan propuestas, no hay problema-
-Un ratito: Grimaldo puede ser muy amigo nuestro, pero, que yo sepa, no es muy afecto a los tonazos-
-cómo se nota que no lo conoces, ése es un desgraciado… pa` su traza de sonso; es cierto que no sale mucho, está metido en la chamba pensando a quién le da crédito y a quien no. Pero si lo conocieras como yo… jaja. En más de una despedida de soltero lo he visto con sus traguitos y hasta quiera agarrarse a la flaquita del Strip tease, ése es la muerte, no lo conocen.-
-¿hablas en serio?-
-Claro que si flaquita, oye, tú deberías ser la más interesada en conocer al gran Grimaldo; las paredes me han contado que estás medio templada del soltero codiciado-
Mariana no pudo evitar sonrojarse; lo que había dicho Martín sobre su amigo era cierto. Grimaldo no salía a fiestas, pero bastaba darle un trago para ponerlo muy alegre, era muy solitario a pesar de sus amigos pues no se había casado, fue entonces Mariana quien tomó la iniciativa
-hagamos la fiesta en mi casa-
-Caramba Marianita; estás templada, DESESPERADA por el Grimaldo- dijo Martín
-Ash, cállate oye; ¿qué vamos a hacer todos los 50 aquí presentes en tu depita de soltero? Mis papás van a viajar en 3 días mi casa es más grande, podemos hacer el tono ahí-
-¿y tus viejitos no se molestaran por los escombros que vamos a dejar?-
-no. Porque vas a ayudarme a limpiar al día siguiente. Mira: el día de la fiesta después de trabajar, lo llevas dizque a tu departamento para una cosa íntima entre ustedes dos; recordemos que a él no le gustan mucho las fiestas. Ya que vives a tres cuadras de mi casa ése día cambias de ruta por el tema de los ladrones y dejas tu carro en el garaje que está al lado de mi casa, me tocas la puerta como quien no quiere la cosa y le damos la sorpresa a Grimaldito-
-ok, usted manda señorita Mariana-
-El plan está listo, ahora lo que necesitamos es un poco de billete para todo lo que se va a requerir: tragos, bocaditos, música y afines-
No hubo problema en ello, todos los empleados del banco aportaron con lo que pudieron, algunos con 2, otros con 20, otros con 50 pero absolutamente nadie dejó de hacerse presente con una cantidad grande o pequeña para el homenaje que se estaba planeando.

El gran día había llegado y lo primero que hizo Martín al levantarse fue marcar al celular del hombre del cumpleaños.
-¿alo?-
-¡Habla Grimaldo! deraciào ¿cómo estás? –
-Martín: asu madre: ¿qué tal oye?
-¿Qué te pasa compare, es tu cumpleaños o tu velorio?-
-Nada, nada, solo que al despertar me he acordado de ciertas cosas-
-Ya cuñao: igual: feliz cumpleaños, éstas son las mañanitas y nos vemos en la oficina-
Era raro el tono en el que Martín escuchó a su amigo, jamás había oído ése tono en la voz de Grimaldo: igual, pensó Martín, iban a verse dentro de poco en el banco.
Daban ya las nueve en punto, era la hora de ingreso, a Grimaldo se lo conocía como uno de los funcionarios más puntuales de la institución; pero el día de su cumpleaños no llego a trabajar a la hora de siempre. Eran ya las10, las 11 las 12 y el protagonista del día para quien se estaba organizando una gran fiesta, aún no había registrados su presencia
-¡Llámalo!- le pidió Mariana a Martín
-Ok, ok flaquita. No te molestes-
Pero el celular de Grimaldo estaba apagado. Eran las 3 de la tarde, Grimaldo había pactado una cita con los dueños de un súper mercado para evaluar posibilidades de un préstamo que ellos habían solicitado al banco; los empresarios esperaban a Grimaldo en su oficina pero él jamás apareció.
Ya eran las 9 p.m. hora pactada para la ejecución del la sorpresa; Ya que, según Martín, el cumpleañero no había contestado el teléfono todo el día y al ir a buscarlo a su casa, él no estaba ahí; decidió buscar a Grimaldo en lugares vecinos. Fue impresionante el lugar donde lo encontró.
Grimaldo estaba muy alegre, disfrutando de aquel momento, como jamás lo había disfrutado, y es que efectivamente jamás había vivido una ocasión parecida. Grimaldo acababa de romper la piñata, tenía aún el mazo en la mano con el que aprovechaba para pegarle al payaso, mientras los niños le hacían el famoso apanado. Era una fiesta infantil.
Martín nos contó hace poco que Grimaldo es hijo de un militar retirado: el Coronel Bernardo Muñante, quien al parecer era todo un personaje con los amigos de Grimald, incluido Martín, los llevaba a campamentos, contaba chistes, los llamaba por sus apodos, en fin. Pero siempre quiso que su hijo abrazara la carrera militar al punto de no querer hacerle fiestas de cumpleaños cuando era niño. Su mamá lo sugería pero don Bernardo decía que un futuro servidor de la patria no está para fiestecìtas.
Cuando era niño, Grimaldo nunca celebró su cumpleaños como es costumbre; pero en ésa ocasión se estaba sacando el clavo, era infante a los 40.